
Parada en el muelle,
creía que el rio
en un espejo negro
que reflejaba delirios.
Embrujada lo miraba
a ese oscuro desierto,
que a lo lejos se extendía
sin final y sin comienzo.
El cielo y la tierra
se fundían en su seno.
No había horizonte
que limitara lo inmenso.
Y así pasaron las horas
conmigo mirando aquello...
hasta que el sol comenzó
a gobernar en el cielo.
Entonces, lo negro se tornó dorado,
los delirios fueron nubes tempraneras...
y a lo lejos una línea
separó el cielo y la tierra.
...........................................
Mabel G.


creía que el rio
en un espejo negro
que reflejaba delirios.
Embrujada lo miraba
a ese oscuro desierto,
que a lo lejos se extendía
sin final y sin comienzo.
El cielo y la tierra
se fundían en su seno.
No había horizonte
que limitara lo inmenso.
Y así pasaron las horas
conmigo mirando aquello...
hasta que el sol comenzó
a gobernar en el cielo.
Entonces, lo negro se tornó dorado,
los delirios fueron nubes tempraneras...
y a lo lejos una línea
separó el cielo y la tierra.
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Mabel G.
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