
Ni las fuerzas aún desconocidas
pero imaginadas levemente
podrán en ocasión furtiva
que deje un momento de quererte.
Ni mil ojos mirándome al instante,
ni mil voces llamándome al unísono,
impedirán, sin vacilar, hallarte,
pués tus ojos y tu voz son bienes míos.
Ni las grandes riquezas conocidas
o simplemente antaño imaginadas,
me harían vibrar enloquecida
como cuando por ti me siento amada.
Ni la brisa del ocaso entristecido,
ni el aroma de las flores en rebozo,
ni la parra doblada por racimos,
ni las aves agitándose de gozo...
Ni los bosques jugando con sus duendes,
ni los campos orgullosos de colores...
Sólo tú en mi vida eres
la única razón de mis razones.
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1 comentario:
me encanto tu poema te felicito un abrazo mercedes
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